No solo duele el cuerpo, hay veces que duele el alma… Hay veces que el dolor emocional puede ser muchísimo más intenso que el físico.
Aunque como sociedad se quiera negar, las mujeres después de parir pueden tener dolor de alma. ¿Te paso a ti?
¿Te pasó que sentías un torbellino de emociones y que querías llorar y no entendías por qué? ¿Te pasó que querías estar un momento a solas y te insistían que estuvieras con bebé por que “como no vas a querer estar con tu bebé”? ¿Te pasó que tenías a bebé en brazos y veías por la ventana contando los minutos hasta que alguien llegara a casa? ¿Te pasó que tenías imágenes repetitivas de tu parto y te generaban malestar? ¿Te pasó que de estar rodeada de personas que te quieren pero sentirte sola? ¿Te pasó que venían recuerdos y sensaciones que no sabes de donde, pero ahí están? ¿Te pasó que querías vivir tu parto de una forma y finalmente no pudo ser?
Y qué pasa si sintiendo todo esto lo que recibes es un: “Es que eres demasiado sensible…” “Venga, que no es para tanto…”, “Mira que te quejas mucho, tendiendo a bebé sano…” “Tú que llevabas buscando tanto tiempo un bebé…” “Yo no me sentí así…”
Esto hace que el dolor emocional aumente, y eso hace un postparto MÁS DIFÍCIL.
No juzgar, no asumir, que no tenemos ni idea de cómo cada mujer vive y transita ese momento.
Y ¿cómo se alivia éste dolor? Pues con una frase muy sencilla: “¿Cómo estás?” (y te callas para que ella hable, ¡también muy importante!) Y luego si quieres ser de VERDADERA ayuda puedes preguntar: “¿Cómo te puedo ayudar?”.
Permitamos que cada puerpera viva su transición y adaptación con amor y apoyo, acompañándola en lo que necesite, siendo su sostén cuando le venga bien.
Si estás viendo tu postparto y te sientes así, ¡busca una comunidad de madres! No estás sola COMADRE. Te escuchamos, te sentimos, te abrazamos… No estás sola.